16 DE JUNIO DE 1955 | BUENOS AIRES BOMBARDEADA

Por Ángel Pizzorno

El 11 de junio se había hecho la procesión del Corpus Christi. La marcha terminó como manifestación antiperonista en el Congreso Nacional donde en un hecho confuso, se quemó una bandera argentina. La relación de la cúpula católica con el gobierno empeoró cuando se expulsó del país a dos jerarcas religiosos acusados de conspiración.

En ese clima político en la mañana del 16 empezó el alzamiento protagonizado por la Marina, sectores de Fuerza Aérea y políticos antiperonistas. Estaba previsto un desfile aéreo como desagravio al General San Martín por el incidente de la bandera. Pero los aviones bombardearon sorpresivamente la Casa Rosada y alrededores. Luego marinos rebeldes intentaron tomar la Casa de Gobierno, abriendo fuego durante horas hasta rendirse a tropas leales. Las máquinas lanzaron sus bombas sobre la ciudad indefensa y ametrallaron a mansalva sembrando muerte y destrucción, como Buenos Aires no había visto nunca.

El número de víctimas fatales varía según las fuentes, pero fueron centenares; y miles los heridos. Descargaron 14 toneladas de bombas en Casa de Gobierno, Plaza de Mayo y adyacencias. también atacaron el Departamento de Policía, la CGT y la Residencia Presidencial de Libertador y Agüero. Al fracasar la sedición los pilotos escapan a Uruguay donde recibieron asilo. Con ellos, varios de los dirigentes políticos cómplices.

Al triunfar el golpe gorila el 16 de septiembre de 1955, los militares involucrados en la masacre retomaron sus carreras y a muchos los ascendieron. Los cabecillas civiles alcanzaron altos cargos durante las democracias restringidas que siguieron desde 1955. Buenos Aires tiene el triste honor de ser la única ciudad abierta del mundo, bombardeada en tiempo de paz y por sus propias Fuerzas Armadas.

Evocando este acto criminal sin precedentes, Néstor Kirchner dijo el 16 de junio de 2005: “No murieron solamente ciudadanos de un partido determinado. Murieron argentinos, chicos que iban en colectivo, hombres y mujeres que por ahí salían a buscar trabajo, a encontrarse con sus familiares. Qué salían de almorzar; murieron argentinos que por ahí estaban de acuerdo con los que tiraban las bombas. Por la incomprensión, la intolerancia y la irracionalidad de quienes las tiraban ni siquiera ese tipo de cosas alcanzaban a medir, era tal la acción de odio, que no importaba”.