A PROPÓSITO DEL PRECIO DE LA CARNE Y LOS MERCADOS INTERNACIONALES

Por Jorge Márquez

Un experto economista y co-autor del “Plan Fénix” de la U.B.A. en su libro “Hechos y Ficciones de la globalización” (1997) Pág. 30 dice algo como esto: “La mayor parte de las transacciones económicas no se realizan en los mercados globales, sino en los nacionales. Más del 80% de la producción mundial se destina a los mercados internos de los países. Las exportaciones representan menos del 20% del producto mundial. Alrededor de 9 de cada 10 de los trabajadores del mundo producen para los mercados de sus respectivos países. La gigantesca masa de recursos financieros que circula en las plazas globales es una burbuja de transacciones en papeles, opciones, derivados y otros instrumentos que constituyen operaciones desvinculadas en su mayor parte de la actividad real de producción, inversión y comercio. Alrededor del 95% de la acumulación de capital en el mundo se financia con el ahorro interno de los países. Las inversiones de las filiales de las corporaciones transnacionales representan actualmente el 4% de la formación de capital fijo mundial”.

Y en la Pág. 41 amplia: “Desde 1945 hasta principios de la década de 1970, el volumen del comercio internacional creció a una tasa del orden del 8% anual. En los últimos veinte años, en promedio, la tasa declino al 4% anual”.

Por estas razones y muchas mas parece imposible pensar en un modelo de desarrollo nacional a partir de la acumulación de capital externo, y esto lo demuestra nuestra propia experiencia de la década del `90 cuando la entrada de capitales era la envidia de todas las naciones. Cada país debe enfrentar su realidad y reconocer que, en definitiva, es el responsable de su propio destino, para esto es necesario construir los consensos necesarios para articular un proyecto nacional sostenible en los planos social, económico, político y ecológico; Pues los sistemas de gratificación y consumo a los sectores más postergados (para que no generen conflicto) implican la apropiación y el uso irracional de los recursos disponibles, aun a costa de su deterioro o agotamiento en un futuro cercano.

Por eso es necesario un debate en torno al destino de los excedentes que produce la renta agraria, (¿No seria mejor crear un banco de desarrollo industrial?) ya que es imposible predecir hasta cuándo van a durar estos precios de los comodities.